En la reforma de cocinas abiertas, las islas de cocina son la opción más recurrente. Son prácticas, ayudan a delimitar espacios y pueden integrarse sin problemas con el resto del diseño.
Sin embargo, las islas de cocina no son la única opción. Existen alternativas que pueden ser incluso más apropiadas, dependiendo de tus preferencias en decoración, diseño arquitectónico o incluso en tu rutina social.
Utilizar una mesa de cocina
Si no queremos invertir en una isla de cocina pero sí deseamos un elemento central, podemos optar por una mesa de cocina. No obstante, no vale cualquier mesa.
Las dimensiones son importantes. Debe ser una mesa ancha y grande, dado que va a ocupar un espacio considerable. También se recomienda que sea alta. Así conseguimos que abarque más protagonismo en la cocina, hasta verdaderamente convertirse en el centro de atención.
Es difícil conseguir una mesa que encaje con el resto de la decoración. Por ese motivo es tan frecuente optar por mesas de madera. Aportan un estilo rústico muy atractivo, pueden garantizar máxima robustez y se adaptan a muchos tipos de diseños.
Península de cocina
Hay otra alternativa a las islas de cocina completamente opuesta, la península de cocina. En esta ocasión estamos ante una mayor inversión que, en realidad, nos va a ampliar las opciones de la cocina actual.
Las penínsulas son más amplias que las islas y que las mesas y cuentan, normalmente, con elementos propios de la cocina, como fregadero, horno, vitrocerámica, etc.
Obviamente requiere una mayor inversión, pero funcionalmente es de gran utilidad. Permite ampliar el espacio ocupado de la cocina, manteniendo por completo el mismo diseño. Es ideal sobre todo para grandes espacios de cocina y salón.
Barra de bar
Hay muchas más alternativas a las islas de cocina. Una original y divertida es la barra de cocina. Es perfecta sobre todo si se puede encajar a una pared con soportes propios inferiores o a una columna.
La barra de cocina puede contar o no con múltiples elementos, que enriquezcan la experiencia. Todo depende del presupuesto con el que contemos y de los intereses de los propietarios.
Por ejemplo, podemos tener una sencilla barra de cocina con almacenamiento inferior o bien una barra de cocina con fregadero para los recipientes, incluso lavavajillas para lavar más fácilmente vasos, platos, etc.
La barra de cocina representa un elemento de ocio en reuniones sociales, que hace que se convierta en el centro de la experiencia, sin importar que nos encontremos en la cocina.
Sustituye en la práctica la función de un salón tradicional, por lo que es perfecto para estancias no demasiado amplias. Sin embargo, su diseño y estructura deben ser apropiados, para que en el día a día no sea un inconveniente para los propietarios.
La ventaja de una barra de cocina es que es mucho más económica que el resto de alternativas y es muy fácil conseguir un diseño que encaje con el resto de la decoración. Al ser un elemento externo en realidad, aunque varíe un poco respecto a la cocina o el salón, sigue encajando perfectamente.